Carlos Eduardo Ávila Aguilera is a journalist, writer, high school teacher, and political leader in Choluteca, Honduras. He has faced prolonged legal persecution since 2007 when he published articles in media outlets about the complaints of sexual harassment filed by four underage students against a professor at the José Cecilio del Valle Institute. The Public Ministry’s failure to accept the complaints led Ávila to expose the case in the media. The professor sued him for slander constituting defamation.
In 2014, Ávila was sentenced to 4 years in prison under the Penal Code. In 2020, his appeal was denied, but the sentence was adjusted to the new penal code to one year and two months of imprisonment, without the possibility of commutation to a fine. In 2022, C-Libre requested amnesty for Ávila, but the judge delayed the process, forcing Ávila to remain underground to avoid capture. The case was sent to the Constitutional Chamber of the Supreme Court of Justice, where it is still being analyzed.
For more than 17 years, Ávila has suffered political and judicial persecution, demonstrating how the Honduran government uses the legal system to silence journalists who denounce injustice and corruption.
Carlos Eduardo Ávila Aguilera, periodista, escritor, maestro de educación media, y líder político en Choluteca, Honduras, ha enfrentado una prolongada persecución legal desde 2007. En ese año, Ávila publicó artículos en medios de comunicación sobre las denuncias de acoso sexual presentadas por cuatro alumnas menores de edad contra un profesor del Instituto José Cecilio del Valle. El Ministerio Público no aceptó las denuncias presentadas, lo cual lleví a que Ávila expusiera el caso en los medios de comunicación. , El docente demandó a Ávila por calumnias constitutivas de difamación.
En 2014, Ávila fue condenado a 4 años de prisión . En 2020, su recurso de casación fue denegado, y la pena se ajustó al nuevo código penal a un año y dos meses de reclusión, sin posibilidad de conmutación por multa. En 2022, C-Libre solicitó amnistía para Ávila, pero el proceso fue dilatado por la juez, obligando a Ávila a permanecer en clandestinidad para evitar su captura. El caso fue remitido a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, donde aún se encuentra en análisis.
Durante más de 17 años, Ávila ha sufrido persecución política y judicial, evidenciando el uso del sistema legal para silenciar a periodistas que denuncian injusticias y corrupción.
In 2007, in Choluteca, Honduras, at least four students from the José Cecilio del Valle Institute reported a teacher for sexual harassment and harassment. However, the Public Ministry refused to receive the young women’s statements, forcing their relatives to file a complaint with the Department of Education. In this instance, the teacher acknowledged the acts of harassment, but the authorities did not act, leaving him in his position and putting other underage students at risk.
Carlos Eduardo Ávila Aguilera, journalist, writer, high school teacher, and political leader, learned of this grave situation and decided to investigate it. He published his findings in the newspapers El Heraldo and La Tribuna, highlighting the inaction of the Public Ministry and educational authorities. These publications challenged the status quo of the predominantly conservative local justice system.
The accused professor, in retaliation, filed a complaint against Ávila for slander constituting defamation. The conciliation stage was not successful and the judicial process continued. Ávila, convinced of the veracity of his publications, presented all the evidence and testimonies of the parents of the victims that documented the physical, moral and psychological damage caused by the teacher. One student even had to leave her school year, finally being forced to leave the country due to the emotional burden of continuing in that same institute near the teacher. Despite the strength of the evidence, the court did not consider it.
The reported teacher had already been administratively sanctioned with a disciplinary transfer to another educational center in a different department, but due to his political and union interference, this sanction was never carried out. As a teacher leader, the professor used his power to influence the educational and judicial system, managing to evade sanctions and continue in his position.
The situation worsened for Ávila and the director of the institute, who were persecuted and attacked by the reported teacher. He used his political influence to achieve the dismissal of the director and continue the arbitrary process against Ávila. Surprisingly, with the arrival of a new principal, the accused teacher was appointed Student Advisor.
In 2014, Carlos Ávila was sentenced to four years in prison for slander constituting defamation, according to the Penal Code in force at that time (Decree 144-83). Subsequently, he filed an appeal, but in 2020 the sentence was confirmed and the sentence was adjusted to the new Penal Code (Decree 130-2017) to one year and two months of imprisonment, without the possibility of commutation to a fine.
In April 2022, the Committee for Free Expression (C-Libre) requested amnesty for Ávila under Amnesty Decree 04-2022. However, the judge prolonged the hearing and demanded the presence of Ávila and the Public Ministry, even though the latter did not have authorization from the alleged victim. This situation forced Ávila to remain underground to protect his life.
In October 2022, the case was referred to the Constitutional Chamber of the Supreme Court of Justice (CSJ), which admitted the file in December and began its analysis in January 2023. During this time, C-Libre and other organizations filed briefs and took actions to accelerate the CSJ ruling.
However, a crisis in the CSJ and judicial delay have further hindered the resolution of the case. Meanwhile, Ávila continues to live in hiding, facing the possibility of several years in prison despite his innocence. The situation demonstrates the political persecution perpetrated against Ávila for more than 17 years, with powerful actors using the judicial apparatus to silence journalists who denounce injustices and corruption in Honduras.
En 2007, en Choluteca, Honduras, al menos cuatro alumnas del Instituto José Cecilio del Valle denunciaron a un profesor por acoso sexual y hostigamiento. Sin embargo, el Ministerio Público se negó a recibir las declaraciones de las jóvenes, obligando a sus familiares a presentar la denuncia ante la sede departamental de Educación. En esta instancia, el docente reconoció los actos de acoso, pero las autoridades no actuaron, dejándolo en su puesto y poniendo en riesgo a otras estudiantes menores de edad.
Carlos Eduardo Ávila Aguilera, periodista, escritor, maestro de educación media y líder político, se enteró de esta grave situación y decidió investigarla. Publicó sus hallazgos en los periódicos El Heraldo y La Tribuna, evidenciando la inacción del Ministerio Público y de las autoridades educativas. Estas publicaciones desafiaron el estatus quo del sistema judicial local, predominantemente conservador.
El profesor denunciado, en represalia, interpuso una querella contra Ávila por calumnias constitutivas de difamación. La etapa de conciliación no tuvo éxito y el proceso judicial continuó. Ávila, convencido de la veracidad de sus publicaciones, presentó todas las pruebas y testimonios de los padres de las víctimas que documentaban el daño físico, moral y psicológico causado por el docente. Incluso una estudiante llegó a perder su año escolar viéndose finalmente obligada a emigrar por su gravoso estado emocional al tener que continuar en ese mismo instituto cerca del docente. A pesar de la contundencia de las pruebas, el tribunal no las consideró.
El docente denunciado ya había sido sancionado administrativamente con un traslado disciplinario a otro centro educativo en un departamento distinto, pero debido a sus injerencias políticas y gremiales, esta sanción nunca se cumplió. Como dirigente magisterial, el profesor hizo uso de su poder para influir en el sistema educativo y judicial, logrando evadir las sanciones y continuar en su puesto.
La situación se agravó para Ávila y el director del instituto, quienes fueron perseguidos y agredidos por el docente denunciado. Este utilizó su influencia política para lograr la destitución del director y continuar con un proceso arbitrario contra Ávila. Sorprendentemente, con la llegada de un nuevo director, el profesor acusado fue nombrado consejero estudiantil.
En 2014, Carlos Ávila fue condenado a cuatro años de prisión por calumnias constitutivas de difamación, según el Código Penal vigente en ese momento (Decreto 144-83). Posteriormente, interpuso un recurso de casación, pero en 2020 la sentencia fue confirmada y la pena ajustada al nuevo Código Penal (Decreto 130-2017) a un año y dos meses de reclusión, sin posibilidad de conmutación por multa.
En abril de 2022, el Comité por la Libre Expresión (C-Libre) solicitó amnistía para Ávila bajo el Decreto de Amnistía 04-2022. No obstante, la jueza prolongó la audiencia y exigió la presencia de Ávila y del Ministerio Público, a pesar de que este último no tenía autorización de la supuesta víctima. Esta situación obligó a Ávila a permanecer en clandestinidad para proteger su vida.
En octubre de 2022, el caso fue remitido a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), que admitió el expediente en diciembre y comenzó su análisis en enero de 2023. Durante este tiempo, C-Libre y otras organizaciones interpusieron escritos y realizaron acciones para acelerar el fallo de la CSJ.Sin embargo, una crisis en la CSJ y la mora judicial han retrasado la resolución del caso. Mientras tanto, Ávila sigue viviendo en la clandestinidad, enfrentando la posibilidad de varios años de cárcel pese a su inocencia. La situación evidencia la persecución política que ha sufrido durante más de 17 años, utilizando el aparato judicial para silenciar a periodistas que denuncian injusticias y corrupción en Honduras.
- C-Libre, Comunicado, 16 Mayo 2022
- Ávila on his life, https://www.youtube.com/watch?v=Hj3TXQcncW4&t=56s, 2022