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Berta Cáceres Case

Last Case Update

Berta Cáceres, Lenca indigenous leader, was murdered on the night of March 2, 2016, in retaliation for her leadership against the installation of the Agua Zarca hydroelectric project on the Gualcarque River, owned by the company Desarrollos Energéticos SA (DESA), belonging to the Atala Zablah family. The installation restricted the rights to territory and access to the river of the Lenca indigenous communities. 

Thanks to the constant efforts of her family, the perpetrators of the crime were brought to justice. However, justice in this case is currently in jeopardy because the Honduran Supreme Court of Justice has failed to uphold the conviction of the eight individuals responsible for Berta’s murder. The defense teams of those convicted filed appeals against their sentences, and since, the Supreme Court has not issued a decision, perpetuating the cycle of impunity for violence against human rights defenders in Honduras.

Berta Cáceres, líder indígena lenca, fue asesinada la noche del 2 de marzo de 2016, en represalia por su liderazgo en contra de la instalación del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca en el río Gualcarque, propiedad de la empresa Desarrollos Energéticos SA (DESA), perteneciente a la familia Atala Zablah, ya que su instalación restringía los derechos al territorio y el acceso al río de las comunidades indígenas lenca. 

Gracias a los constantes esfuerzos de su familia, los autores materiales del crimen fueron llevados ante la justicia. Sin embargo,la justicia en este caso está actualmente en peligro porque la Corte Suprema de Justicia de Honduras no ha confirmado las condenas de las ocho personas responsables del asesinato de Berta. Los equipos de defensa de los condenados interpusieron recursos de cesación, y desde entonces, la Corte Suprema no ha emitido una decisión, perpetuando el ciclo de impunidad por la violencia contra las personas defensoras de derechos humanos en Honduras.

Berta Cáceres was a well-known Lenca indigenous leader of the Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) (Civic Council of Popular and Indigenous Organizations of Honduras). Berta Cáceres was awarded the Goldman Environmental Prize in 2015. She was the victim of constant threats, harassment, and criminalization, which justified the granting of precautionary measures by the Inter-American Commission on Human Rights (IACHR) in 2009.

Ms. Cáceres was assassinated in her home in Intibucá, Honduras, on the night of March 2, 2016. Berta was attacked while in her home, along with fellow human rights defender Gustavo Castro, who survived the attack. Berta’s murder was in retaliation for her leadership in the struggle against the installation of the Agua Zarca hydroelectric project on the Gualcarque River by Desarrollos Energéticos SA (DESA), owned by the Atala Zablah family. Berta opposed the project because its installation would restrict the land and river rights of the Lenca indigenous communities. Shortly after her assassination, the IACHR extended precautionary measures to protect her family and COPINH.

On May 2, 2016, four men were arrested in connection with the defender’s murder. On November 30, 2018, the National Criminal Court of Honduras convicted seven people for Berta’s murder and found that they had been hired by DESA company executives to end her life: DESA’s former head of security and former U.S.-trained army lieutenant Douglas Geovanny Bustillo; former special forces sergeant Henry Hernández; U.S.-trained special forces officer Mariano Díaz Chávez; Óscar Torres; DESA environmental manager Sergio Ramón Rodríguez Orellana; Edwin Rapalo; and Edilson Duarte Meza. On November 29, 2018, Edilson Duarte Meza’s brother, Emerson Duarte Meza, was found not guilty on charges of attempted concealment of the crime.

More than six years after the crime, on July 5, 2021, the Tribunal de Sentencia en Materia Penal (Criminal Sentencing Court) in Tegucigalpa, Honduras, found David Castillo (former DESA manager and project manager) guilty as a co-perpetrator of Cáceres’ murder. However, it was not until June 2022, that the Court sentenced him to 22 and a half years in prison.

Those convicted in both cases filed appeals against the sentences, but to date, the Supreme Court of Justice has not issued a resolution on either case.

Although this is the first time in the history of the country that a businessman has been convicted for the murder of an indigenous leader in the context of the imposition of an extractive project, Berta’s family and COPINH continue to demand clarification of the intellectual authorship of the crime and the responsibility of the Atala Zablah family, owners of the company, as well as the criminal responsibility of the development banks involved in the financing of the project: Dutch Development Bank (FMO), Finnish bank FinnFund, and Central American Bank for Economic Integration (CABEI).

The struggle for the full clarification of the facts also included the constant monitoring of the investigation process. This led to the creation of an International Advisory Group of Experts (GAIPE), in view of the deficiencies in the investigations carried out by the Honduran authorities. They began to investigate the facts as if it were a crime of passion, separating the process from her struggle and work in defense of human rights, and decontextualizing her murder, which influenced other proceedings that would have allowed the identification and prosecution of the other perpetrators of the crime.

In addition, as part of the “Fraud on the Gualcarque” case, the Lenca people, organized under COPINH, continue to denounce the network of corruption under which fraudulent concessions were granted on the Gualcarque River and which led to the murder of Berta and other members of the indigenous community.

COPINH and the Lenca indigenous community had to fight for their recognition as private prosecutors and part of the criminal process. On August 10, 2021, the Supreme Court of Justice (CSJ) recognized the community, which is an important step forward for the recognition of the rights of indigenous peoples who for the first time can claim the violation of their rights in a judicial process for corruption.

So far, there are six people accused of fraud, abuse of authority, falsification of public documents, and use of false documents, among others, in the case of the Agua Zarca Project. Among them, David Castillo, who has already been convicted as a co-perpetrator in Berta’s murder. Although the indictment in this case began on March 4, 2019, and the trial ended in March 2023, its resolution is still awaited, and the Misión de Observación Calificada en la Causa Berta Cáceres (Qualified Observation Mission in the Berta Cáceres Case) remains vigilant of the process.

Berta Cáceres era una reconocida lideresa indígena lenca del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Berta Cáceres fue galardonada con el Premio Medioambiental Goldman en 2015. Fue víctima de constantes amenazas, hostigamientos y criminalización, que justificaron el otorgamiento de medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el año 2009. 

La Sra. Cáceres fue asesinada en su casa en Intibucá, Honduras, en la noche del 2 de marzo de 2016. Berta fue atacada cuando se encontraba en su casa, junto con el también defensor de derechos humanos Gustavo Castro, que sobrevivió al atentado. El asesinato de Berta fue en represalia por su liderazgo en la lucha contra la instalación del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca en el río Gualcarque, de la empresa Desarrollos Energéticos SA (DESA), propiedad de la familia Atala Zablah. Berta se oponía al proyecto porque su instalación restringiría los derechos al territorio y al río de las comunidades indígenas lencas. Poco después de su asesinato, la CIDH amplió las medidas cautelares para proteger a su familia y al COPINH.

El 2 de mayo de 2016, cuatro hombres fueron detenidos en relación con el asesinato de la defensora. El 30 de noviembre de 2018, la Sala Penal Nacional de Honduras condenó a siete personas por el asesinato de Berta y consideró que habían sido contratados por directivos de la empresa DESA para acabar con su vida: el ex jefe de seguridad de DESA y ex teniente del ejército entrenado por los Estados Unidos Douglas Geovanny Bustillo; el ex sargento de fuerzas especiales Henry Hernández; el oficial de fuerzas especiales entrenado por los Estados Unidos, Mariano Díaz Chávez; Óscar Torres; el gerente ambiental de DESA Sergio Ramón Rodríguez Orellana; Edwin Rapalo; y Edilson Duarte Meza. El 29 de noviembre de 2018, el hermano de Edilson Duarte Meza, Emerson Duarte Meza, fue declarado inocente ante acusaciones de tentativa de ocultación al crimen.

Luego de más de seis años del crimen, el 5 de julio de 2021, el Tribunal de Sentencia en Materia Penal de Tegucigalpa, en Honduras, declaró que David Castillo (ex gerente de DESA y jefe del proyecto) era culpable como coautor del asesinato de Cáceres. Sin embargo, no fue hasta junio de 2022, que dicho Tribunal dictó la pena de 22 años y medio de prisión contra él.

Los condenados en ambos casos interpusieron recursos contra las sentencias, pero hasta la fecha, la Corte Suprema de Justicia no ha emitido una resolución sobre ninguno de los dos casos. 

Aunque es la primera vez en la historia del país que se condena a un empresario por el asesinato de una lideresa indígena en el marco de la imposición de un proyecto extractivo, la familia de Berta y el COPINH, siguen exigiendo el esclarecimiento de la autoría intelectual del crimen, y de la responsabilidad de la familia Atala Zablah, propietaria de la empresa, así como la responsabilidad penal de bancos de desarrollo involucrados en el financiamiento del proyecto: el Banco Holandés de Desarrollo (FMO); el banco finlandés FinnFund y el Banco Centro Americano de Integración Económica (BCIE).

La lucha por el esclarecimiento total de los hechos, incluyó también la constante supervisión del proceso de investigación que llevó a la creación de un Grupo Asesor Internacional de Personas Expertas (GAIPE) ante las deficiencias en las investigaciones adelantadas por las autoridades hondureñas que comenzaron a investigar los hechos como si se tratara de un crimen pasional, separando el proceso de su lucha y la labor de defensa de derechos humanos, y descontextualizando su asesinato, lo que condicionó otras diligencias que hubieran permitido identificar y procesar a los demás autores del crimen.

Además,  como parte en el caso “Fraude sobre el Gualcarque”, el pueblo lenca organizado bajo el COPINH, continúa denunciando la red de corrupción bajo la cuál se otorgaron concesiones fraudulentas sobre el Río Gualcarque y que derivaron en el asesinato de Berta, y otros miembros de la comunidad indígena.

El COPINH y la comunidad indígena lenca tuvieron que luchar por su reconocimiento como acusación privada y parte del proceso penal. El 10 de agosto del 2021, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) reconoció a la comunidad, siendo un avance importante para el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas que por primera vez pueden reclamar la vulneración de sus derechos en un proceso judicial por corrupción.

Existen hasta ahora seis personas señaladas por los delitos de fraude, abuso de autoridad, falsificación de documentos públicos y uso de documentos falsos, entre otros, en la concesión del Proyecto Agua Zarca. Entre ellos, David Castillo quien ya ha sido condenado como coautor en el asesinato de Berta. Aunque la acusación en este caso comenzó el 4 de marzo de 2019, y el juicio finalizó en marzo de 2023, aún se espera su resolución, y la Misión de Observación Calificada en la Causa Berta Cáceres, se mantiene vigilante del proceso.

In 64% of Honduras’s municipalities there are mining concession areas or energy generation projects. These activities are structured under legal and fiscal regimes that promote private investment without leaving greater retribution to the detriment of the national economy, as well as generate a precarious and violent environment in the communities where these projects are installed, especially for those who oppose them.

Berta’s murder is not unique, as is demonstrated by the cases of other women such as Margarita Murillo and Iris Argentina Chávez, who were murdered in Honduras for their fight in the defense of land and environment. The harassment, threats, intimidation, aggression, murders, and other violent acts against defenders, and the criminalization and defamation they are often victims of, are all part of a general context of impunity that surpasses more than 95% of cases. In this regard, the IACHR has stated that defenders of the land, environment, and territory face increased risk in Honduras. With respect to the murders, the IACHR’s last report on the human rights situation in Honduras pointed out that from 2014 to August 2018, there were 65 murders, and in 2016 and 2017 alone, more than 1,232 attacks were reported against defenders, their families, and their organizations.

In this context, women defenders like Berta face an increased risk, considering that attacks against their integrity and reputation represent the majority of attacks when compared to other forms of aggression, particularly smear campaigns often focused on their domestic, family, and community environments. These campaigns attack the role of women in society, as well as the defenders’ sexuality, and contain a high degree of gender based violence.

En el 64% de los municipios de Honduras existen áreas de concesión minera o proyectos de generación de energía. Estas actividades se estructuran bajo regímenes legales y fiscales que promueven la inversión privada sin dejar mayor retribución en detrimento de la economía nacional, generando además un ambiente de precariedad y violencia en las comunidades donde se instalan estos proyectos y especialmente para quienes se oponen a ellos.

El asesinato de Berta no es único, como lo demuestran los casos de otras mujeres como Margarita Murillo e Iris Argentina Chávez, asesinadas en Honduras por su lucha en la defensa de la tierra y el medio ambiente. El hostigamiento, las amenazas, la intimidación, las agresiones, los asesinatos y otros actos violentos contra las defensoras, así como la criminalización y difamación de la que suelen ser víctimas, se enmarcan en un contexto general de impunidad que supera más del 95% de los casos. En este sentido, la CIDH ha manifestado que los defensores de la tierra, el medio ambiente y el territorio enfrentan un mayor riesgo en Honduras. Con respecto a los asesinatos, el último informe de la CIDH sobre la situación de los derechos humanos en Honduras señaló que desde 2014 hasta agosto de 2018 hubo 65 asesinatos, y solo en 2016 y 2017 se reportaron más de 1,232 ataques contra defensores, sus familias y sus organizaciones.

En este contexto, las defensoras como Berta se enfrentan a un riesgo mayor, teniendo en cuenta que los ataques contra su integridad y reputación representan la mayoría de los ataques en comparación con otras formas de agresión, en particular, las campañas de desprestigio, a menudo desarrolladas en torno a su entorno doméstico, familiar y comunitario. Estas campañas atacan el papel de la mujer en la sociedad, así como la sexualidad de las defensoras, y contienen un alto grado de violencia de género.